HILANDO HISTORIAS
Mi madre no es fan de la cocina, eso todos lo sabemos. Pero puede estar haciendo cualquier actividad y contar las mejores anécdotas al mismo tiempo. Su don es el mejor don: el de narrar. Ella captura tu atención en los primeros segundos y es imposible huir a otro lado que no sea el conducido por su voz… Así bien los frijoles estén a punto de quemarse, u olvidar agregar huevos al flan napolitano (ese que solo ella sabe preparar) y descubrirlo después de la hora de baño maría, pero no se le escapa un detalle al cuento o a la historia que esta por contar.
Cuando había una situación extraña en casa, no perdía la oportunidad de contar una buena historia, recuerdo una ocasión especial, mis primos y yo nos habíamos portado mal en un evento escolar. No teníamos mas de 6 años y aprovechando el regreso a casa caminando empezó a narrarnos una historia de niños malcriados y como sus padres los regalaron (del final no sé mucho). Pero así era una manera de aprender, antes de "regañarme" por lo menos tendría un cuento de por medio.
Y de ahí viene esta fascinación por narrar.
"Esta casa cada día se parece mas a la casa de la tía Elinor, hay libros por todos lados"
Se refería a una novela que ambas estábamos leyendo "Corazón de tinta". El personaje amaba tanto su biblioteca que tenía estantes donde debería tener cuadros o mesas y estaban por toda la casa. En ese momento, teníamos una mesa pequeña con libros en la cocina que ya no cabían en el librero.
Claro que la creatividad no solo era para contar cuentos, sus castigos eran también bastante originales:
Apagaba la televisión y entregaba hilo, aguja y cuadros de tela para enseñar a costurar a mano. No niego la cruz de mi parroquia porque los años siguientes odiaba todo lo que tenía que ver con costurar. Ella usaba maquina de coser y nunca tuve curiosidad por aprender a usarla hasta que me mude lejos del hogar, y de ella. Y mi curiosidad por tener cosas diferentes en mi sala hicieron que empezara a usar todo ese conocimiento obtenido en contra de mi voluntad sobre las agujas e hilos, e incluso en su primera visita revisó cada funda hecha a mano para decir "Tienes buena mano, que bien te quedaron las costuras"
Tal vez ella no escriba para ser leída, pero si sabe de historias y libros. Fue quién sembró esta curiosidad en mi de ser lectora y coleccionista de libros. Me enseñó a leer y a cuidar los libros como si fueran tesoros.
No voy a romantizar mi relación con mi mamá, porque siempre hemos sido bastante diferentes, y aún viviendo lejos, durante su última visita en año nuevo terminamos peleadas y discutiendo. Pero con el tiempo (solo el mágico tiempo) he entendido que las relaciones no tienen que ser perfectas. Mi mamá y yo somos lo que somos, con nuestro ir y venir. Sobretodo en la tormenta eléctrica que fui de adolescente cuando odiaba que me señalaran lo parecidas que somos físicamente.
En su exigencia perfeccionista de hacer las cosas como ella quería y en querer alejarme de todo lo que para mi se relacionaba con ella.
Mi rebeldía adolescente parecía no tener límites, las palabras salían fácilmente de mi boca aunque en algún momento quise detenerlas fue demasiado tarde.
Hoy admiro su paciencia, porque me dejó libre para experimentar, supongo que confiando en mi criterio para elegir bien. (y rezándole a todos los santos que conocía de que nada malo me pasara) Y ser hija de padres liberales contrario a lo que muchos creen terminó siendo lo mas extraño para mi: Mis amigas y yo solíamos ir a desayunar en un buffet como señoras cuando apenas teníamos 15 durante nuestras vacaciones escolares. ¡Que tiempos aquellos!
Mamá gracias por confiar, hoy en retrospectiva si tuviera una hija adolescente no se si yo tendría esa fortaleza o confianza para otorgar libertad a una adolescente.
Nuestro reencuentro en la edad adulta se dio gracias a procesos personales y terapia, ahí entramos en una especie de tregua donde ambas entendimos (después de años) que así de diferentes que somos, no significa que las cosas solo pueden verse, hacerse y decirse de una sola forma. Entendí porque su obsesión con el orden. Espero hayas entendido el porque de mi desorden.
Me mudé a muchos km de ti, pero algo de ti se quedó conmigo, no sabía cuanto podía llegar a extrañarte, ni tampoco cual parecida era a ti hasta que me vi poniendo letreros en las tijeras para diferenciar su uso:
-tela
-hilo
-papel
-cocina
O separando los trapitos por color para su lugar de uso:
-cocina
-baño
-muebles
Tomándole cariño a costurar.
Pero ya estaba en edad para aceptar, que aunque lo negué por mucho tiempo me parezco a ti mas de lo que pensaba... Y que en esta etapa puedo aceptarlo y me encanta parecerme a ti, con tu orden, tu facilidad de palabra, tu manera de contar historias, el humor ligero, las ganas de coleccionar experiencias, tu manera tan única de socializar, tu manera de enfrentar los retos, de vencer miedos, de aprender, enseñar y ayudar. De realizar todo con pasión y en excelencia.
Me gusta observar esa única foto que hay de mi mamá embarazada de mi, la única prueba de que habite en su cuerpo alguna vez, porque hoy se que en algún momento alguien habitará en mi, dejaré de ser solo hija.
Hoy mas que nunca es importante que la maternidad se vea desde otra mirada, una mas empática y de reconocimiento.
Gracias a esta mujer increíble, que un día pensó que acercarme a los libros era buena idea, sin pensar que me daría una herramienta para toda la vida para no sentirme sola, para imaginar, crear y... escribir.
Y por ella... Hoy escribo.



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